Si uno se pone a revisar la lista de municipios de España, que tiene más de 8.000 entradas, seguro que más de una vez tendrá que frotarse los ojos para volver a leer algunos de los siguientes nombres. No son errores ni bromas, sino auténticos nombres de localidades que se pueden visitar en nuestro país. Algunos, por cierto, muy bonitos. Sin proponérselo (o tal vez sí) consiguen una publicidad muy valiosa para atraer a turistas que, aunque sólo sea por hacerse una foto junto al cartel, acuden anualmente a visitarlos.
1. Guarromán, Jaén, Andalucía
Seguro que estaréis pensando en como tienen que ser los hábitos de higiene de los hombres que pueblan este municipio jienense. Con este nombre no hay para menos. Pero este topónimo a medias entre el español de estar por casa y el inglés más perfecto no es más que la castellanización del árabe Wadi-r-rumman (rio de los granados). Sin duda los guarromanenses han sabido sacar partido de su extraño nombre. Tanto es así que han fundado la Asociación Internacional de Pueblos con nombres feos, raros y peculiares del mundo. La sede de esta organización, como no podía ser de otra manera, se encuentra en la misma localidad.
2. Parderubias, Pontevedra, Galicia
En esta gallega localidad las hay a pares, docenas y hasta centenas. Lo que no podemos asegurar es que todas las rubias que os crucéis en esta aldea sean naturales o de bote. Pero este extraño nombre nada tiene que ver con el color de pelo de sus lugareñas. Por lo visto, el topónimo deriva del latín “Pera rubeas” que significa piedras rubias. El paso del tiempo y el gallego hicieron de las suyas bautizando al final a esta localidad de 450 habitantes como una de esas películas americanas de risa facilona.
3. Peleas de abajo, Zamora, Castilla y León
En este caso su guerrero topónimo no es una trampa de lenguajes extranjeros ni una derivación de lenguas ya muertas. Este fue lugar de cruentas batallas entre moros y cristianos que pelaban, y nunca mejor dicho, para conquistar terreno y llevarse la victoria. A esta historia de fricciones se une la leyenda de bandoleros que se cuentan sobre la zona. Allí por el 1500 los forajidos asaltaban los carruajes de los viajeros que pasaban por el pueblo en busca de plata. ¿Y si existe un peleas de abajo habrá un peleas de arriba os preguntaréis? Pues así es. Las dos localidades se encuentran divididas por el arroyo Valparaíso. De hecho su localización con respecto al río justifica los apellidos de estos dos pueblos. Peleas de abajo, aunque técnicamente al norte de su casi homónima vecina, se encuentra en la parte baja del curso de este río.
4. Villanueva del pardillo, Madrid
Muchas sonrisas de medio lado habrá dibujado en vuestro rostro el nombre de esta población madrileña. Y no. No son pardillos los que habitan esta localidad madrileña. Ellos prefieren ser llamados pardillanos o hasta ahumados. Dado el digamos comprometido nombre de este pueblo, los estudiosos llevan años especulando sobre su origen. Según la leyenda popular, fue un pastor apellidado Pardo quien bautizó así esta aldea. Otros creen que viene del español pardal que significa aldeano. Y los más académicos dicen que deriva del latín “parietinas” (casa con paredes sin techo) o “pardina” (casa aislada en la montaña).
5. Los infiernos, Murcia
No hará falta pasar por el purgatorio para ir directamente a los infiernos. Si te acercas por esta localidad murciana podrás catar de cerca lo que significa estar en los infiernos sin necesidad de darte a la mala vida. Solo hará falta que recorras unos 40 quilómetros des de Murcia capital en dirección sud este. Aunque sugerente, no está claro el origen de este topónimo. Pero quizá si visitáis este pueblo en pleno verano encontraréis el por qué. Las temperaturas que llegan a alcanzar los termómetros en este rincón de la geografía española son ardientes.
6. Dios le guarde, Salamanca, Castilla y León
No es por casualidad que este pueblo se llame así. Cuenta la leyenda que hace mucho, mucho tiempo se hallaba cerca de esta aldea un bosque tenebroso llamado Tenebrón. Se trataba de una zona muy frondosa con lobos que acechaban a cualquiera que se atreviera a adentrarse en él. Así que conocedores del peligro, los lugareños de esta aldea bendecían al viajero intrépido que se atrevía a cruzar este bosque siempre con las mismas palabras: “Dios le guarde”. Hoy en día Tenebrón no existe y esta historia no es más que un cuento que se repite generación tras generación.
7. Ajo, Cantabria
Cuando Victoria Beckham dijo que España olía a ajo quizá desconociera la existencia de este pueblo. Dicen que su nombre precisamente proviene de la planta homónima que consumían sus habitantes con mucho afán y que le daba a la localidad ese olor tan característico. Aunque su nombre y esta cuestionable leyenda quizá disuadan a los posibles viajeros de conocer este pueblo, sus playas consideradas las mejores de la costa cantábrica serán sin duda un motivo de peregrinación a Ajo.
8. Villalibre de la Jurisdicción, León, Castilla y León
Este sería el pueblo ideal para aquellos que prefieren vivir al margen de la ley. Desde los que se pasan por el arco del triunfo el código de circulación hasta los que roban impunemente de las arcas del estado. Todos ellos seguro que estarán pensando en trasladar su residencia a este pueblo. Pero no os dejéis tentar por el nombre. Solo son apariencias. Los que han intentado sacar el por qué de este topónimo son muchos. Algunos dicen que Villalibre se deriva del vocablo celta “luwybr” (camino). Otros encuentran en el pasado de la región su posible origen. Según esta versión, en la época romana este era uno de los pueblos de paso en la ruta del oro des de las minas de Galicia a la capital del imperio. Era la vía libre para que este metal tan preciado transitara por la zona.
9. Villapene, Lugo, Galicia
En esta aldea de la laguna de Cospeito están acostumbrados a quedarse sin el cartel que da la bienvenida a su pueblo. Los más guasones se lo llevan para hacer de las suyas y luego colgar sus payasadas en las redes sociales. No hay para menos. Las bromas son infinitas con un nombre como este. Pero los más académicos saben que nada tiene que ver su nombre con el órgano genital masculino. Por lo visto este topónimo le debe su existencia a un tal Penius. Se trataba de un varón que fue lo suficientemente importante como para nombrar este rincón con su nombre.
10. Guasa, Huesca, Aragón
Y después de la, nunca mejor dicho, guasa de esta retahíla de topónimos curiosos, no podíamos acabar este ranquin sin mencionar esta pequeña aldea de Huesca. Con apenas 50 habitantes, los guasinos están cansados de ver como los turistas aprovechan para hacerse fotos divertidas con el cartel del pueblo. El nombre de esta localidad no hay que confundirlo con la aplicación de móvil. En español andaluzado puede sonar igual. Pero lo que tiene más guasa de todo es que a unos 50 quilómetros escasos de distancia se encuentra un pueblo cuyo nombre es de todo menos jocoso. En cualquier caso, Triste y guasa son dos aldeas que tienen la suerte de hallarse en un enclave sobrecogedor del pirineo Aragonés.
Fuente: Skyscanner
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